no porque deba quedarme
no porque vayan a obligarme a hacerlo
sino porque quizás nunca quiera irme
de algún modo, con el tiempo
me enamoro cada vez más de estos lugares
indiferentes, parcos, silenciosos
los de siempre, o los que descubro de vez en cuando
hoy volvía en un barco y veía
las torres, los edificios, el puerto
y reconocía a cada cual llamándolos por su nombre
y pensaba qué locura, qué locura esta ciudad
realmente se parece a mí y yo me parezco a ella
su malhumor, sus calles retorcidas de pura línea recta
la miro y la reconozco
y no sé por qué
está ahí, como una casa
miraba lo diarios y leía
sobre las cosas que acá pasan
las discusiones, las agarradas
los chismes, las tragedias, las denuncias
y pensaba que realmente estamos muy locos
exagerando todo lo que nos pasa
como si fuéramos el centro del mundo
un mundo en el que sólo existiéramos nosotros
(algo que a veces es verdad)
pensaba qué loca
qué loca esta ciudad
es muy parecida a mi madre
y también a mi viejo
ser porteño es casi como una herencia de carácter
un defecto
una patología
con rasgos tan dulces sin embargo
pensaba cuánta pantomima
eso de ir con el coche por todos lados, fingiendo fastidio por no poder llegar a ningún lado
si al fin y al cabo
si desaparecieran esas calles y esas paredes
estaríamos tristes como hornero sin nido
yo la quiero mucho, realmente
a esta ciudad y a estos lugares
como si en cada una de las calles y paredes
estuviera mi familia entera, reunida
como en los mejores tiempos de mi infancia
cuando Buenos Aires no existía
y el mundo sólo éramos nosotros cuatro.
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