Prebisch, te quiero. El Gran Rex es un gran logro. Con hermosas escaleras para bajar vestida de gala, aunque hoy día no vaya a tener muchas oportunidades (carezco de vestidos largos) y además haya más bien presentaciones de Arjona y Casi Angeles, por lo que indefectiblemente debería ir disfrazada de adolescente, o de señora de cuatro décadas que intenta parecer adolescente (estoy a varios años de distancia de ambos extremos)
Mario Robertito, "maestro", sigo en desacuerdo. sí, el modernismo. sí, el racionalismo. sí, la teoría y la revolución y sí, la eficiencia y el funcionalismo. Bah, no. A veces es interesante ver en qué decanta la carrera de un arquitecto. Está también la cuestión de los estudios y el valor simbólico/jerárquico de cada obra, y es verdad que no va a haber la misma cantidad de "trabajo" invertida en diseñar un edificio de oficinas común, en oposición a un ministerio u edificio de mayor importancia urbana. Pero estos edificios-colmena tienen gran importancia urbana, modifican el paisaje de un modo aún más profundo que los proyectos "avant-garde" que tan promocionados son por sus comitentes estatales o privados.
Y el estudio del vanguardista MRA (dicho sin ironía, y reconociendo que con los años me terminó gustando mucho más su versión de la Bolsa de Comercio que la de Christophersen, al punto de detenerme a mirar a través de sus ventanales cada vez que por casualidad me encuentro caminando por el Bajo), el estudio del gran arquitecto argentino, construye y construye sin parar y ahora veo desde la ventana de mi habitación una nueva estructura que trepa, como si fuera un ombú del cual se cuelgan seres extraños con cascos de colores. Un estudio prestigioso, una trayectoria impecable, obras paradigmáticas que definieron la actual impronta de esta siempre ecléctica ciudad collage. Pero a veces pienso, al ver los nombres de muchos de mis arquitectos "favoritos" escritos sobre la fachada de un edificio realizado varios años después de la construcción de esas obras que captaron mi atención, si no hay una decadencia en las producciones de tantos buenos diseñadores que ceden a las presiones comerciales (inmobiliarias en este caso) para acercarse, hacia el final de sus carreras a ser nomás productores en serie de edificios eficientes y medianamente refinados, minimizando, por supuesto, el "precio" del diseño, contando cada centímetro cúbico de cemento y armando balcones que guardan un parecido increíble con la madera balsa de las maquetas hiperrealistas con las que estas obras son presentadas a los inversores.
Y el estudio del vanguardista MRA (dicho sin ironía, y reconociendo que con los años me terminó gustando mucho más su versión de la Bolsa de Comercio que la de Christophersen, al punto de detenerme a mirar a través de sus ventanales cada vez que por casualidad me encuentro caminando por el Bajo), el estudio del gran arquitecto argentino, construye y construye sin parar y ahora veo desde la ventana de mi habitación una nueva estructura que trepa, como si fuera un ombú del cual se cuelgan seres extraños con cascos de colores. Un estudio prestigioso, una trayectoria impecable, obras paradigmáticas que definieron la actual impronta de esta siempre ecléctica ciudad collage. Pero a veces pienso, al ver los nombres de muchos de mis arquitectos "favoritos" escritos sobre la fachada de un edificio realizado varios años después de la construcción de esas obras que captaron mi atención, si no hay una decadencia en las producciones de tantos buenos diseñadores que ceden a las presiones comerciales (inmobiliarias en este caso) para acercarse, hacia el final de sus carreras a ser nomás productores en serie de edificios eficientes y medianamente refinados, minimizando, por supuesto, el "precio" del diseño, contando cada centímetro cúbico de cemento y armando balcones que guardan un parecido increíble con la madera balsa de las maquetas hiperrealistas con las que estas obras son presentadas a los inversores.
Ya sé que la arquitectura y el diseño seguirán dando sorpresas y siempre hay algún loco vanguardista que surge por ahí, y también hay viejos locos vanguardistas que no se han visto abrumados por la presión del mercado, o han logrado readaptarse a la situación actual con soluciones destacables. Pero bueno, mi óptica siempre ha sido (ligeramente?) decadentista (bah, más bien romántica) y creo que desde los 70s en adelante la arquitectura cambió de un modo radical y ese proceso sigue desarrollándose a un ritmo cada vez más vertiginoso y preocupante.
Le comentaba ayer a un amigo extranjero, que los edificios que veíamos por la ventana eran una muestra del 'eclecticismo' que caracteriza a nuestra ciudad: un petit hotel de estilo art-nouveau, un blanco edificio modernista, una casa de fachada italianizante y al lado... un "edificio", sobre el que no pude decir nada. Porque no tienen nombre, porque son todos iguales, porque sólo podría distinguir de qué época son fijándome en el desgaste de los materiales, o en la mayor o menor presencia de "símil madera balsa". Pero no, lo de hoy, no tiene nombre. Quizás con algo de distancia histórica podramos encontrar un término que lo defina, pero esa distancia tarda en llegar, tarda mucho. Quizás este sea el estilo del estancamiento, el estilo que espera, el estilo detenido. Aunque veamos construcciones proliferar como hormigueros. Ahora que lo pienso, "estilo hormiguero" no está mal, aunque la definición que se me viene a la mente más a menudo es la de "colmena". El espíritu de la colmena.