Thursday, November 30, 2006

el mejor café (con leche) de la ciudad

La Puerto Rico.

Alsina y Defensa.

Me echó. Cerró, me fui, aunque ya de antes sabía que esto iba a pasar, iba a tener que escribir, ya, ya, todo ya, como siempre. Mientras leía el libro pensaba "no, el papel no". No sé por qué. Quizás porque la libretita ya está sin hojas, cosa que acabo de recordar y quizás sabía de antes.

Abrieron la puerta y suenan las campanas de la iglesia. San Ignacio. "El único Dios eres Tú", decía la pancarta (banner? cartel? por qué pensé pancarta?) y pensé "Sí, gracias!". No sé, como que después del café con leche, el mejor mejor café con leche, me subio un poquito la autoestima. Además de que soy agnóstica atea lo que fuere. Existencialista quizás? De los pocos libros que leí, Sartre. Ese año empecé a ir a la biblioteca del colegio, la bibliotecaria se hizo amiga mía y hasta me regaló dos libritos en francés. Leí sólo pedacitos de los dos. Sigo palpitando que André Gide es un genio pero no voy a leer el comentario en el Larousse ese raro que tengo. En fin. Válery.
No, Valéry. Valèry! (estupidísima, no voy a borrarlo). Valéry.

Hoy leí. Estoy estudiando, y me compré un lindo libro para hacerlo ($49!). Cada vez que leo algo de filosofía subrayo y subrayo lo que me gusta. O sea, los fragmentos son más difíciles de encontrar, pero hay cosas que me gustan mucho y a las cuales necesito ponerles un signo de admiración al lado. La pintura es un golpe de vista, por eso abrevio y miro miro miro miro.
Me iba a poner a hablar sobre el curso del MNBA y la sirena de Gauguin, pero no.

Gauguin pintó una tremenda sirena pelirroja sobre un mar verde, cuando la vi me quedé sin respiración. Cómo pinta el mar el tremendo Gauguin.
Y uno de sus autorretratos.
Y después lo que vi de Delaunay (otro autorretrato)... y taaantas cosas que se me agotaron los papeles de la libretita.

También es porque estuve sacando muchos papeles y dándoselos a gente, pero esa es otra historia.

Hoy miré el tejado del Otto Wolf y me percaté de que las tejas no son todas del mismo color, las hay verdes, azules, rojas... fue muy lindo. Más aún cuando me acordé de aquél sublime retrato de Delaunay, que a su vez me hace acordar a los planos de color de Kupka, a la señora de Kupka entre verticales... ay.... creo que me enamoro de los cuadros. Me acuerdo de ellos y suspiro.
Ahora mismo estoy pensando en una cadena que va Sorolla - Renoir - Vasarely, que no tienen relación ninguno con el otro, pero es porque después de Sorolla comencé a pensar "a propósito".

1, 2, 3, diga todos los cuadros que se le aparecen en la cabeza en un minuto!

uy che esto era una autoironía pero ahora me copé, es como un experimento de asociación libre. a ver... Picasso - Mary Cassatt - Remo Bianchedi - Un dibujo en una pared de alguien que no me acuerdo - Lux Lindner - Marc Chagall (pensé primero en el nombre, después en el cuadro) - el cuadro del japonesito en el mnba que está al lado de Chagall - Delaunay - Picasso.

Puf.

Café con leche.
El mejor. Debo comunicárselo al mundo.

La taza es enorme. Pensaba, mientras tomaba, en medirme la cara con la taza cuando estuviese vacía, pero cerraron y me fui apurada, así que me olvidé.
La taza es enorme, oval, y el mozo la trae llena de café hasta un poco menos de la mitad. Después le agrega la leche. SIN espuma. Genial. Y encima para ponerle azúcar tienen el tarro ese con el agujero, ja, que no te deja saber bien cuánto te serviste, pero que a su vez, te dice "servite todo!" (siempre me sirvo todo), (pero los sobrecitos te dicen "medite" o "mirá, somos parientes del edulcorante").
Hace poco fui y me di cuenta de qué era lo mejor del café. La temperatura. Exacta. Ay que rico.
Hoy, igualmente, como estaba apurada, leyendo, y además, diseccionando la experiencia quizás porque leí Filosofía de la Composición de Poe, o porque simplemente quería ponerme a escribir, no disfruté tanto del café.
Bah, cuando quedaba menos de la mitad, lo disfruté tanto! Estaba más dulce.
La taza es grande y te obliga a sostenerla con las dos manos, a concentrarte en ella, y, a su vez, te cubre la nariz y te hace mirar como escondida detrás de algo. Queda casi como un abanico sobre la cara de una señorita de principios de siglo.

Pero... las medialunas son un desastre.
Así es la vida, me encanta.


Debo confesar que releí lo que acabo de escribir. Es confuso. Qué importa. Tiene que ver con lo que estuve leyendo sobre las teorías de la creatividad...

me da verguenza citarlos, pero quizás deba hacerlo. Nunca puedo citar a nadie. Ese es el problema con mi escritura. Si presentás un trabajo en algún lado, un artículo, lo que fuere, está mal porque no tiene citas. El día que pueda citar todo cambiará. Ahora citaré, pero - conste - que no puedo, me sale mal, no leo, etc etc. ¿Me da miedo citar, eh?¿Es para no presentar nada en ningún lado, Vicky?

es que además no da como para mezclar a Valéry, Poe, Jung, blablabla, y yo... al menos es preferible hacerlo inconscientemente... bueno bueno "colegas" escritores, ahora los voy a citar oficialmente. pónganse contentos.

"Se habla de la lógica del milagro, pero el inspirado estaba dispuesto desde hacía un año. Estaba maduro. Siempre había pensado, quizá sin la menor duda, y donde los demás aún no veían nada, había mirado, combinado, y no hacía otra cosa que leer en su espíritu. El secreto (...) está y no puede estar sino en las relaciones que encontraron - y se vieron obligados a encontrar - entre cosas cuya ley de continuidad se nos escapa*(...)
La mayoría de la gente ve con el intelecto mucho más a menudo que con los ojos. En lugar de espacios coloreados conocen conceptos. Una forma cúbica, blanquecina, alta y horadada por reflejos de cristal es para ellos, inmediatamente, una casa: ¡la casa! Idea compleja, concordancia de cualidades abstractas. Si cambian de lugar, el movimiento de las hileras de ventanas, la traslación de superficies que desfigura continuamente su sensación, se le escapan..., pues el concepto no cambia.(...) Una obra de arte debería enseñarnos siempre que no habíamos visto lo que estamos viendo [...]**Es decir: ver más de lo que uno sabe."

*N. de la R: eso lo puso en cursiva, no se si Valéry, u Oliveras, quien cita a V. en su libro "Estética", o qué. Nada más.
** N de la R: acá Oliveras cortó ella, con corchetitos. Más adelante vuelve a poner cursiva.
***N de la R: hola.


Acá me hablan, me hablo a mí misma y conmigo y de mí (oh, Benveniste!) (que boluda)
"¿En qué consiste, en definitiva, la "originalidad" de un autor? Su mérito mayor, podemos decir con Barthes, estará en saber mezclar las escrituras, sin que ninguna de ellas sea definitivamente la original. No hay tabula rasa sino un inmenso diccionario preexistente en constante funcionamiento" - Lo dice Oliveras en "Estética. La cuestión del arte" (feo subtítulo). Ariel, tapa amarilla, cierra el locutorio.

Y viene Poe y me tira un centro sobre un tema del cual ya escribí, pero que me ronda cual cuervo sobre la cabeza:
"Cualquier género de belleza, en su manifestación suprema, provoca invariablemente las lágrimas de un alma sensitiva. La melancolía es pues el más legítimo de los tonos poéticos"

Tuesday, November 14, 2006

La máquina de mirar

Para detener el flujo (insoportablemente fluido y acelerado) de pensamientos que me atormentaba - bah, que no me permitía ponerme a leer el texto de un tal Ling sobre pintura romana - decidí ponerme a escribir. En realidad ya escribía desde antes, cuando pensaba. Como si pensara en escritura, pensaba títulos, qué quería escribir, cómo, etc etc.
Siempre me pasa que la escritura manuscrita se me hace muy lenta y no llego a decir todo lo que quisiera.
Acá tampoco.

Pero lo más interesante de todo es que ahora no estoy tomando un café sino mirando la puerta del Banco de Boston de Florida y Diagonal Norte. Ahora miro el Bencich (sí, lo miré mientras tipeaba). Me distraen mucho, casi no me dejan escribir, me hacen olvidar todas esas ideas que traía desde la cuadra anterior y el discursillo sobre el arte contemporáneo, el placer estético y la culpa judía, discursillo cuyo título es desde ya mucho más atractivo que su aún no develado contenido.

Pero ahora me concentro en mi contexto real. Cabina 1 de un locutorio en Florida y Diagonal Norte. Siento las vibraciones de la Línea D bajo mis pies. Por dios el Bencich es hermoso. El edificio de Bme.Mitre y Florida (lo veo desde acá) tiene una falsa mansarda - bah, mansarda de metal- en azul eléctrico, es bastante bonita. Al costado veo lo que creo que es la Galería Guemes (el edificio más alto de la ciudad hasta... bueno, hasta hace muuuuucho tiempo). Tiene una especie de cúpula inconclusa, bah, inconclusa para mis cánones (en mi diccionario mental busco: "cúpula" y aparecen millones pero ninguna como esa. Si seguimos con la cadena asociativa hacia el ridículo, puedo llegar a recordar esa "cúpula" como algo parecido a otra cosa que vi en un video de Aphex Twin. Porque tiene una escalera bastante tétrica adentro. Creo que no escucho Aphex Twin desde los 14 o 15 años. Sí, cadena asociativa enroscada, asocia cosas que no parecen tener conexión, pero ahí están, esos mecanismos mentales que hacen que me pase tanto tiempo pensando y no pueda concentrarme en leer "Roman painting. The Antecedents").

Enfrente también está "el monumento"

Otra cuestión contextual: escucho a un alemán pelearse con la empleada del locutorio. No hay sistema, las cabinas no funcionan (esto lo estoy comentando post-anécdota, no crean que el relato es tan dementemente en vivo - "dementemente"?-). La mujer se enoja: "no funciona! no hay cabina!" el alemán sigue diciendo "quiero cabina" -me parece que no es alemán- pero "no tengo sistema, no podes hablar, ¡no!" ya se enojó mucho la señora. Abro la puerta placard de esta cabinita: "Do you speak English? She says the phones are not working""I thought she said she had nothing to do with them""No, the system's down. They're broken (no me entendía lo del sistema, rotos, teléfonos rotos, no more teléfono, no hablar, alemán deber ir somewhere else)""Ok, thanks".


El monumento, no sé quién lo hizo, tiene un estilo Decó, nunca me interesó mucho.

Pasaron cinco minutos y me quedo colgada mirando el Bencich. Oficinas en alquiler desde 15 m2.

El Boston lo hizo Martín Noel. Creo que el otro día pasé por la recoleta y estaba su mausoleo, que era onda Nouveau. Ahí tenés Noel, tomá (Sres Arquitectos, si algún día optan por tornarse representantes fundamentalistas intransigentes de un estilo arquitectónico, cerciórense de que sus tumbas respeten ese orden. O háganlas Art Nouveau que quedan buenísimas. Ahora se me ocurren mil chistes morbosos. En fin. Uy, veo más gente confundida mirando el mapa del subte...)


Dos señores canosos miran el mapa del Subte, señalan, se confunden. Uno tiene remera a rayas. Ahora lo veo de frente, veo su cara rosa y su reloj de oro, el señor parece ser turista. Sí, ahora lo miro fijo y sí, sí, podría salir a indicarle en el mapa pero no quiero. Se puso los anteojos.

Ay dios, están re confundidos los dos, el yanqui no lo entiende. El "argentino" se va. Ahora el yanqui también.

Pasan 10 minutos, reescribo, miro, miro y miro. Más gente confundida y ese bendito mapa de la Línea D. No sentí pasar ningún subte bajo esta cabina aún. Creo que me concentré mirando o escribiendo. Más bien sólo mirando.

Después de que se pone el sol la fachada de la Galería Guemes se torna de un color rosáceo. Voy a salir a tomar aire.

Monday, November 13, 2006

Tedio e intriga en Piriápolis

Siempre empiezan igual las cosas que escribo, así que aquí está, la cosa escrita, de nuevo, saluda.

Hola, soy escritura.

Mientras lo que quiero decir va tomando forma, debo escribir algunas líneas, como precalentamiento, no sé bien en qué sentido, pero se hace necesario.

Quizás para evitar decir cualquier tipo de cosa interesante, o para generar intriga.

Aunque, digamos la verdad, es porque describir exactamente eso que se me había ocurrido es di fi ci lí si mo.

Enfin, trataba sobre el sentido de la belleza, belleza/tristeza, el mundo que gira y las boludeces grandiosas que suceden.
El fin de semana estaba dando una vuelta con la grandiosa Dido, por una feria, cuando ella - con ese extraño viraje al nihilismo que le agarra de tanto en cuanto - empezó a hablarme sobre el sentido de la vida, y para qué, y que tantas cosas (yo miraba un vestido de crochet, creo que ella también), tantas cosas, vestidos de crochet, sombreros, gente apurada, gente paseando, etc etc, para qué, qué sentido, para qué.
Para nada, pues! Estamos flotando en el espacio, y estamos completamente AL PEDO. Grandioso.
Y lo digo en serio!
"El mundo... lleno de cosas y cosas -creo que la persona imaginaria que cito aquí se refiere a los objetos tangibles y quizás más aun a los que no tienen una funcionalidad específica - que no nos sirven para nada... -ahí confirmé lo que pensaba, cosas inútiles- para qué, para qué, llenar el vacío con cosas, cosas, cosas."

En realidad el disparador de su viraje nihilista fue ver a un hombre bailando el tango solo. Se puso triste. Lloró (sí, Dido es un personaje imaginario, la verdadera Dido no me dejaría decir que lloró en público por tan "estúpida" cosa). Porque era triste, el señor, ahí, al costado de un banco, vestido de punta en blanco (de punta en blanco=florcita en solapa), con sombrero, sonriente, bailando, solo, con un brazo extendido como si estuviera abrazando a una mujer. Pero era una imagen hermosa también. Muy hermosa. En realidad, yo quería ir a bailar con él, pero me dio verguenza, y , además, no me creo muy buena para el tango. Nos quedamos mirándolo un buen rato, y pasaba gente por su lado, el trataba de invitarlos a bailar, pero no recibía respuesta, o, mas bien, un par de chicas se asustaron y empezaban a reírse y alejarse asustadas cada vez que el señor giraba.

Creo que lo que la hizo llorar - a este personaje imaginario del que les hablo, una chica muy linda, con cara de niña, esas caras risueñas que parecen reírse aunque no lo estén haciendo en realidad - era más que nada esa metáfora viva del amor perdido, del amor que no aparece, de buscar, dando vueltas y vueltas con los brazos extendidos abrazando el aire, sonriendo con esperanza, y con una flor en la solapa. Metáfora de la soledad quizás. Para consolarla le dije a mi amiga: "Seguro que en su casa lo espera su señora, es una señora gorda, muy gorda, y a veces baila con él, y lo quiere mucho". Nos reímos un poco. Pero creo que no pudimos evitar vernos bailando ahí. Uno siempre está bailando, al menos yo, y me parece fantástico (es que estamos flotando en el espacio, y, qué otra cosa se puede hacer más que disfrutar de la fuerza de la gravedad y demás milagros? Era bellísimo. Ir bailando, girando, sonriendo. Era muy triste, era un momento nomás. Pensé en la belleza y la tristeza, y, de alguna manera, sentí - pensé - que son dos caras de una misma moneda. Todo lo bello es por definición triste, melancólico. Quizás porque es efímero. O quizás porque una cosa nace de la otra.
La belleza y la melancolía serían algo así como una dupla inseparable, aunque, por ir de la mano con la belleza, la melancolía es también, bella.

Pensé también (antes de ayer, no sé por qué detallo fechas pero, bueno, fue antes de ayer) que, de alguna manera, no puedo parar de ver belleza. En todas las maravillosas cosas (ahora no es en el sentido en que lo decía en la "cita"anterior, sino en el sentido de cosas como parte de un todo, que tamizo a través de mi mirada). En todas las cosas. Un árbol. Un postre. Una amiga. Un cuadro. Un bailarín en la calle. El cielo. Los colectivos. Un carrito de café (mi preferido: "Batallita, el rey de la torta frita"). Francois Kupka - Kupka y sus cuadros con planos de color, a veces siento que veo las cosas así, con sombras de colores - , un cuadro de Sorolla que vi por segunda vez en un fascículo de Historia del Arte, todas las pinturas que me gustan vistas por segunda vez - se hacen mucho más impactantes, es casi como un reencuentro con alguien que te gustó mucho -. Las tortas fritas (me acuerdo de una que me comí en Uruguay, y, de nuevo, no entiendo esta manía del detalle), la sopa china del otro día, toooooooodos los vendedores de chucherías y las chucherías que venden, una planta en la calle Mendoza, la verdulería! Sí, las verdulerías son muy lindas. Aunque es más que nada por las frutas. Bueno, muchas cosas. Y las caras de la gente. Más que nada de cierta gente. En fin. Pequeños momentos. Que afortunadamente suceden muy a menudo, y siempre son más hermosas cuando hay sol, a la mañana.

Una máquina de mirar. Me siento una máquina de mirar. Es casi insoportable. La belleza, tan triste, con esa melancolía que a veces te aplasta tan fuerte que sentís que no podés soportarla. Ay, pero vale tanto la pena...
Y quizás la tristeza sea mucho más soportable que la belleza.


(el título no viene al caso, pero es nomás el título de una película que se me ocurrió)